La desnutrición puede definirse mediante una amplia serie de métodos, entre los que figuran varios instrumentos de detección, como el Índice de Riesgo Nutricional en Geriatría, las medidas antropométricas, como lo es el índice de masa corporal-IMC y las variables bioquímicas, algunas pueden ser hemoglobina, urea y electrolitos, función renal y hepática, albúmina y transferrina.
Los problemas nutricionales complican la evolución de los pacientes geriátricos y aumentan su morbilidad y mortalidad, asociándose a complicaciones tales como infecciones (urinarias, neumonía), úlceras por decúbito, anemia, hipotensión, confusión y deterioro cognitivo, problemas de cicatrización y fracturas de cadera. Existen varios factores de riesgo que contribuyen a la desnutrición: trastornos crónicos subyacentes, efectos secundarios de su tratamiento y factores estructurales inherentes al ámbito de la residencia geriátrica.
Si además añadimos que la población geriátrica modifica los requerimientos nutricionales por cambios inherentes a la edad como lo son cambios celulares, fisiológicos y en la composición corporal-cavidad oral, sistema gastrointestinal, densidad ósea, declinación de los sentidos del gusto y olfato y disminución de masa magra, así como en la disminución de la capacidad de realizar actividades básicas de la vida diaria y que señales incipientes de discapacidad (disminución de la actividad física y participación social) se consideran en muchos casos como propios del envejecimiento, el resultado es que se obvia su impacto sobre el estado nutricional.
Los adultos mayores desnutridos pierden fuerza y sufren cansancio, apatía y depresión, quedando postrados en la cama. Además, cuando deben ser hospitalizados por una enfermedad aguda, padecen una mayor morbilidad y necesitan hospitalizaciones más largas. En comparación con los residentes geriátricos hospitalizados que gozan de una buena nutrición, los desnutridos presentan una mortalidad intrahospitalaria cinco veces mayor; en estos casos se habla de situación de anciano frágil.
En estudios revisados, se concluye que la adición de un suplemento nutricional hiperprotéico contribuye favorablemente en la mejoría de la desnutrición de la población mayor de 65 años ubicada en residencias geriátricas. Los tres parámetros principales utilizados, que fueron el peso, IMC y el Índice de Riesgo Nutricional en Geriatría, mejoraron significativamente tras 8 semanas de ingesta del suplemento.
Esta mejoría se expresa en forma de incremento significativo del peso corporal, del IMC y del GNRI, así como en una mejoría de determinados parámetros hematológicos y bioquímicos. Sin embargo,
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