Guías para la nutrición en enfermedades hepáticas y trasplante

La nutrición ha sido reconocida desde hace tiempo como un determinante terapéutico en pacientes con enfermedad hepática crónica y por lo tanto, se incluyó como una de las variables en el puntaje pronóstico original elaborado por Child and Turcotte.

A pesar del aumento de conocimientos de investigación en los campos del metabolismo, nutrición clínica y la intervención, no existe una aceptación general o estandarizada en el enfoque para el diagnóstico y clasificación de la desnutrición en estos pacientes.

Del mismo modo, no existe un acuerdo general sobre los criterios para determinar cuándo o cómo iniciar con la intervención en nutrición.

La enfermedad hepática aguda induce los mismos efectos metabólicos que cualquier enfermedad asociada con una respuesta de fase aguda. Los efectos sobre el estado nutricional dependen de la duración de la presencia de cualquier enfermedad hepática crónica subyacente.

La malnutrición en la enfermedad hepática crónica se define mejor como una desnutrición de tipo proteico-energética, porque la desnutrición kwashiorkorlike y el marasmo frecuentemente coexisten.

La prevalencia y gravedad de la desnutrición proteica-energética están relacionadas con la etapa clínica de la enfermedad hepática crónica.

La presencia de desgaste muscular indica una etapa avanzada y aparentemente está asociado con una supervivencia corta.

En general, los pacientes con enfermedad hepática toleran una dieta normal. La mayoría de los pacientes no necesitan ninguna restricción dietética e incluso pueden ser perjudicados por ellos. Una disminución en la grasa dietética puede ser útil para reducir los síntomas de la esteatorrea en pacientes que presenten enfermedad hepática colestásica, pero se asocia al riesgo de un consumo energético inadecuado.

Si los pacientes son capaces de comer más de 70 g de proteína diario y no presentan deterioro del estado mental, la modificación de su dieta no es necesaria.

La restricción de sal es indispensable en pacientes con ascitis que no responden al tratamiento diurético.

La suplementación de una dieta oral normal sólo es necesaria cuando las necesidades diarias de energía, proteínas, electrolitos, oligoelementos o vitaminas no se satisfacen por la ingesta real. En la actualidad, se puede suponer con seguridad que los pacientes con cirrosis compensada no requieren modificación de su ingesta de sustratos no nitrogenados.

En pacientes con insuficiencia hepática grave, alimentación puede ayudar a evitar la hipoglucemia y contrarrestar la situación metabólica de la insuficiencia hepática avanzada.

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