La desnutrición es una consecuencia común de la enfermedad inflamatoria intestinal. La dieta tiene un papel importante en el manejo de este tipo de enfermedad, ya que previene y corrige la desnutrición.

Es bien sabido que la dieta puede estar implicada en la etiología de la enfermedad inflamatoria intestinal y que desempeña un papel central en la patogénesis de la enfermedad del tracto gastrointestinal.

A menudo, la nutrición oral por sí sola no es suficiente en el manejo de los pacientes con enfermedad intestinal, especialmente en niños o ancianos, y debe ser combinada con suplementación oral o reemplazada con la nutrición enteral con tubo.

La terapia nutricional enteral tiene como objetivo mantener o restaurar el estado nutricional de las personas que no logran mantener una ingesta oral suficiente, a pesar de tener un tracto gastrointestinal completo o parcialmente funcional. Su administración está relacionada con la reducción de las complicaciones infecciosas y el mantenimiento de la integridad de la flora intestinal. Las lesiones de la mandíbula y el sistema nervioso central, la anorexia, el cáncer, las condiciones hipermetabólicas como quemaduras e infecciones graves y sobre todo, la enfermedad intestinal inflamatoria son ejemplos de padecimientos donde se recomienda la nutrición enteral.

Se le puede definir como enfermedad intestinal inflamatoria al menos tres condiciones clínicas: colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn y colitis indeterminada, los pacientes que la presentan generalmente se quejan de diarrea severa, dolor abdominal, pérdida de peso y fiebre, que interfieren gravemente con su calidad de vida.

La nutrición enteral se debe utilizar como terapia primaria por una serie de razones. En primer lugar, cumple los criterios terapéuticos para su uso en un amplio grupo de pacientes, ya que alcanza tasas de remisión iguales o mayores que algunos de los fármacos utilizados actualmente. Al mismo tiempo, está libre de los efectos secundarios estéticos, hematológicos, sistémicos y metabólicos comúnmente asociados con esteroides y otros inmunomoduladores. Además, en algunos casos, la curación de la mucosa se ha demostrado con esta terapia. En segundo lugar, la nutrición enteral trata o previene los déficits nutricionales asociados con la enfermedad. También mejora el crecimiento y el desarrollo sexual en niños y adolescentes y en parte previene o invierte la osteopenia. La nutrición enteral debe ser el tratamiento de elección para niños y adolescentes, no sólo para el primer ataque sino también para cualquier recaída y como terapia de mantenimiento. De manera similar, debe considerarse como el primer tratamiento posible para pacientes ancianos con enfermedad inflamatoria intestinal con el fin de mantener su masa ósea, ya que existe una fuerte posibilidad de que hayan recibido varios tratamientos a largo plazo con glucocorticoides. En tercer lugar, las fórmulas enterales deben ser juzgados para nuevos ataques de inicio de la enfermedad en todas las edades para evitar los efectos secundarios de esteroides.

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